"Como una flecha".Cuadro del autor

lunes, 14 de noviembre de 2011

SI DON QUIJOTE HUBIESE HABLADO INGLÉS

Andando por las calles de Albacete, igual que por cualquiera de las ciudades de España, he comprobado esa costumbre tan nuestra de rotular muchos bares, tiendas, hoteles y otras clases de establecimientos, con nombres en inglés. Algunos dirán que por nuestra vocación, tan hispánica, de sentirnos “universales”, aunque a mí me parece que ese “esnobismo” -¡vaya!, ya apareció un préstamo del inglés, snob o la exagerada admiración por todo lo que está de moda o se considera distinguido-, es prescindible y algo ridículo.
Imaginemos por un momento que “El Quijote” lo hubiera escrito un autor de lengua inglesa: THE INGENIOUS GENTELMAN DON QUIXOTE OF LA MANCHA. ¡Ay, Dios! ¡No quiero ni pensarlo! Si esta grandiosa obra hubiera salido de las manos de Shakespeare o de cualquier otro compatriota, eso habría sido el súmmum para el predicamento universal de esa lengua; ni siquiera la actual hegemonía que goza en todo el mundo, gracias al influjo estadounidense, sería necesaria. Ese idioma, sin la competencia del español, se hablaría hasta en la luna. Pero no le damos el valor que se merece ni a nuestra lengua (que es la de Cervantes) ni a nuestra cultura.

Tenemos el mal gusto de colocar por encima de lo nuestro, de lo autóctono, de nuestras tradiciones, lo que viene de fuera, las modas pasajeras de otros o aquellas costumbres que nos chocan o que nos meten por los ojos. Los profesores de inglés, aunque de buena fe, están extendiendo entre nuestros escolares la fiesta de Halloween,y los jóvenes la hacen propia merced al influjo del cine, la televisión y los famosos que airean sus escapadas a fiestas privadas o discotecas en entrevistas televisadas o revistas… No olvidemos que el origen de “halloween” está en el “Día de todos los santos”. Nuestros queridos Reyes Magos están perdiendo parte de su trabajo porque le hemos pasado el testigo a Papá Noel…

“El Quijote” nunca lo podría haber escrito un hijo de la Gran Bretaña, y debemos sentirnos orgullosos del prestigio que nuestra lengua y cultura tienen en el mundo y lo que para nosotros representan. No debemos permitir que la cultura anglosajona (y estadounidense) se nos introduzca hasta el tuétano, como así está ocurriendo, y nos arranquen de cuajo nuestras tradiciones, nuestra manera de pensar y ver el mundo. Sólo me consuela, aunque parcialmente, el auge de nuestros hermanos hispanoamericanos que, con su floreciente e impetuosa literatura en español y el respeto por sus costumbres, algunas tan unidas a las nuestras, nos recuerdan lo que fuimos y el futuro prometedor que nos aguarda.

(Publicado en la revista TROLORORLO, OCTUBRE DE 2011)