Un parto
de lobos,
de sollozos y aullidos,
un estremecerse las piedras
cuando gime la noche
con su silbido,
con atroz resonancia
de hielos y nieves,
que congelan el alma,
pero aún puedes triunfar
y hacerte potente
en tu propia lumbre,
aún dibujar estrellas
que dirijan tu barco
por rutas seguras
de inciertos océanos.