AMO TUS
HUESOS
Busqué
entre la bruma tu imagen y encontré tu esqueleto. Me aferré a los huesos, no
quería soltarme. Quise ser músculo, transformarme en músculo para tus huesos,
piel y sangre que te reviviera. Y, aunque todo fue inútil, vi iluminarse las
cuencas de tus ojos y tus dientes sonreír. Me abrazaste, en un esfuerzo
supremo, y volví a ser tuyo por un instante. ¡Qué dicha! Reviví mil imágenes que
hablaban de los dos... Volvió la realidad y tú a ser polvo; tus huesos inertes y fríos se dejaron caer, y yo
enloquecí. Mas, a toda costa, quería volver a hacerte mía otra vez. Cogí un
puñal y fui quitándome la carne poco a poco; y, al final, cuando la muerte me
rondaba, te abracé -me abrazaste- y vi como me sonreías.
2-3-1983
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