Volviendo de ser piedra,
otra vez el hombre normal y amable,
el que está tranquilo en la siesta,
el que se tumba en la cama
mirando el cielo y las estrellas.
Dejando de ser piedra,
de ser el potro enardecido,
que sucumbe a tus encantos,
y se vuelve loco,
y empuja y empuja
hasta darlo todo…
¡Por qué dejarlo!
Albacete, 24-5-16
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